martes, 3 de febrero de 2009

Bosques de Holanda

Ayer tuvimos que enfrentar una situación de riesgo que nos hizo aprender una lección de la naturaleza.

Lo que pasó es que estabamos por Holanda con nuestras bicicletas, atravezando a toda velocidad un sendero por un bosque. El tema es que empezó a oscurecer y empezaron a aullar lobos raros y Ricardo en una oportunidad se desmaya porque le entra una mosca en cada agujero de la nariz y no puede respirar y se cae. Lo vamos a auxiliar pero estaba malherido por la hostia que se dio y tuvimos que acampar. No teníamos carpa, pero teníamos piezas de lego y nos hicimos una casita.

Bueno, el tema es que estabamos durmiendo en la penumbra y viene una vaca que no sé de donde salió. El tema es que la vaca nos quería derrumbar la casa porque se quería comer una pieza de lego fundamental. Agustín se enfadó y le empezó a gritar en la cara porque no le queríamos pegar, pero como la vaca no se quería ir me puse a gritar yo desde la casa. Ricardo desde su agonía nos dijo que le gritásemos juntos para que la intensidad sea mayor porque no es lo mismo que te hagan pinchacitos muy muy suaves a que juntes toda la fuerza de esos pinchazos y te claven una aguja. Entonces lo que hicimos fue pegar nuestras mejillas y gritarle a la vaca. Luego Ricardo vino y nos juntamos los tres con las cabezas unidas y le gritamos a la vez a la vaca con todas nuestras fuerzas y la vaca al final se fue.

Ricardo sin embargo perdió todas sus energías y cayó al suelo. Reparamos la casita y nos metimos ahí dentro. Al otro día nos despertamos todos y seguimos pedaleando, pero más adelante por el camino nos encontramos a la misma vaca mirando desde la lejanía mientras masticaba pasto, como pensando en algo. La lección fue que si le hubiesemos pegado a la vaca, seguro que ella hacía lo que se estaba proponiendo y nos daba por culo.


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